Lucrecia Prat Gay en Colegio Concepción.
Docentes de los cinco establecimientos de la Corporación Educacional Masónica de Concepción, participaron en una charla de neuropsicociencia educativa en el auditorio Luis Bravo Puga, con el fin estrechar la brecha entre el cómo se enseña y el cómo se aprende.
Durante una hora Lucrecia Prat Gay, la neurospicoeducadora que fundó y dirige el colegio Rio de la Plata Sur en Argentina, con el modelo Enseñanza Compatible con el Cerebro, entregó a los docentes de los diferentes colegios de la Corporación, las claves para acomodar el cerebro al conocimiento. Aseguró que nos comportamos de manera antagónica a la forma natural que tiene el cerebro de aprender.
Quien se definió como docente del alma, ejerce la pedagogía en ingles hace 35 años y en la búsqueda de transferir conocimientos de manera orgánica, como ella misma lo denomina, ha incursionado en varios autores, aplicando en el Colegio que lidera las diferentes formas de enseñar, siendo coherente con el funcionamiento natural del cerebro y nuestro cuerpo.
Dice que hay que aprovechar las secreciones hormonales que se dan en forma natural frente algunos estímulos y que facilitan la internalización y comprensión de contenidos, apelando principalmente a las emociones para generar la producción y luego a las repeticiones, para anclar el contenido.
Las siete llaves de la Enseñanza Compatible con el Cerebro
Lucrecia Prat comenzó su exposición con una breve dinámica que permitió oxigenar el cuerpo y energizar a los profesores antes de dar inicio a la entrega de conocimiento. Aseguró que mediante la música y el movimiento se encienden todas las partes del cerebro dejándolo receptivo y listo para el trabajo. Agregó, que resulta fundamental conocer los tiempos que los alumnos pueden mantenerse en estado de alerta.
“A la edad cronológica le sumamos dos y obtenemos el tiempo que orgánicamente cada individuo dispone para prestar atención o estar bajo estados de concentración” manifestó Prat Gay. Teniendo la claridad de los tiempos, podemos planificar las clases y actividades con intervalos de oxigenación cada 15 minutos; re-energizándolos y disponiéndolos de manera positiva.
Al inicio de la clase lo primero es nivelar las emociones de los asistentes poniéndolos en balance y promoviendo siempre la alfabetización emocional, conociendo e identificando en ellos y en otros los seis estados primigenios emocionales: ira, miedo, tristeza, alegría, asco y sorpresa.
Para continuar, la trasandina aseveró que resulta imprescindible crear un clima positivo mediante actividades que predispongan al trabajo. El enseñarles cómo funciona su cerebro, en que tiempos se desarrolla cada emoción y como conducirla sin reprimirla.
Agregó que, las diferentes actividades lúdicas deben dejarse antes de que se vuelvan reiterativas y sin sorpresa, precisó con la frase “mátalo antes que muera”, es decir terminar las dinámicas cuando se encuentren en su peak, grabando en el inconsciente una situación agradable.
Citando a Judy Willis, dijo que otro plano que debe estar cubierto antes de comenzar a dictar una clase es asegurarle al cerebro que no existe peligro inminente, ya que cuando no hay amenaza la información atraviesa el filtro emocional, el primer bloqueo. Luego, necesitamos estimular para generar dopamina y ¿cómo? Con movimiento, socializando, promoviendo el optimismo o haciendo algo por alguien, todas acciones que aumentan la producción del neurotransmisor.
Según Davis Sousa, investigador en neurociencia educativa, resulta fundamental darle recreos al cerebro, realizando quiebres en la presentación, incorporando movimientos, música y ritmos. Otra de las llaves que nombra Lucrecia Prat es la generación de oxitocina (hormona de la felicidad o del amor) y de la proteína DEL Factor de Crecimiento Nervioso (NGF) y que en el aula se genera cuando “somos con otro” tiene que ver con la cualidad de sociabilizar y de relacionarse en grupo.
Lo anterior, propicia la actividad de nuestras neuronas espejo, empatizando con el otro y entendiendo que este tipo de neuronas trabaja en el cerebro sin importan si el individuo vive directamente la experiencia o es escuchada, vista o conocida por otro.
Recompensar, repetir y reentrenar el cerebro
La sexta llave para el aprendizaje compatible con el cerebro es la opción de elegir de los estudiantes. Lucrecia enfatizó que la posibilidad de elegir genera la secreción de epinefrina lo que posibilita la generación labores con cierta responsabilidad, como preparar clases para los más pequeños o hacerse cargo del voluntariado, logra que los alumnos y sus cerebros puedan trabajar a mediano y largo plazo.
Es así, como en el Colegio Rio de la Plata Sur, las actividades para evaluar o controlar lo aprendido pueden darse con diferentes mecánicas, esquemas, disertaciones, pregunta respuesta o incluso una canción. El profesor de Educación Cívica, por ejemplo, con la finalidad de insertar el concepto de Democracia, solicito a los alumnos que eligieran un personaje de la humanidad y desde allí analizaran el concepto. Con 600 alumnos y 150 docentes Lucrecia asegura que sus alumnos son felices, informados, alegres y optimistas; convirtiéndose en un aporte a la sociedad.
La última llave, y tan relevante como las anteriores, consiste en recompensar, repetir y reentrenar el cerebro. En el último punto, se detuvo aludiendo a que es posible sacar de la caja lo negativo y volverlo positivo. “Si nunca me han gustado las matemáticas y el profesor me desagrada, es muy probable que mi rendimiento sea deficiente” aseveró Prat Gay. Sin embargo, el cerebro y las cajas pueden reacomodarse archivando acciones gratificantes, comparándolas con las anteriores y modificando la conducta, logrando asociar las matemáticas con lo positivo desde el interior del cerebro.
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