La primera decana de Chile y América Latina fue una académica de la Universidad de Concepción. Corina Vargas Vargas, una pionera de la educación y de la psicología en el país, fue la responsable de dirigir durante 12 años la Facultad de Filosofía y Letras de la UdeC, desde donde impulsó una serie de iniciativas en torno a la formación de docentes.
Su figura se vincula también a importantes proyectos universitarios y de la ciudad, como la creación, a instancias del Rector Enrique Molina, de la Sociedad de Exalumnos de la UdeC en Concepción, en 1944, cuando la casa de estudios cumplía 25 años, y de la Asociación de Mujeres Universitaria, el mismo año; así como la fundación, junto a un grupo de destacados penquistas, del Instituto Chileno Norteamericano de Concepción (1942), entre otros.
Desde este martes 19 de octubre, su nombre identifica a una plaza de juegos para niños y niñas, ubicada en el Cementerio General de Concepción, en un homenaje permanente de la ciudad a una trayectoria excepcional, que destaca dentro de los logros del mundo femenino en el país y que está estrechamente ligada a la historia de la UdeC.
La actividad fue encabezada por el alcalde de Concepción, Álvaro Ortiz Vera y a ella asistió el vicepresidente de la COEMCO, Marcelo Medina Vargas, quien además es hijo de la homenajeada, el presidente de la Corporación, Maximiliano Díaz Soto y el decano de la Facultad de Educación de la UdeC, Óscar Nail Kröyer, entre otras autoridades.
Corina Vargas nació en Coyanco (Ñuble) el 25 de agosto de 1900, realizó su educación básica en la Escuela Pública de Yungay, trasladándose más tarde a Tomé, en cuyo liceo realizó los primeros cursos de Humanidades, los que continuaría en Concepción.
El término de los estudios secundarios de esta mujer de los albores del Siglo XX coincide con el año de la fundación de la primera universidad del sur de Chile, de la que supo apenas llegó a la ciudad en 1917.
En su libro Corina Vargas, una pionera de la educación chilena, el académico UdeC, Carlos Muñoz Labraña, cita que “fue testigo privilegiada de los esfuerzos de un grupo de visionarios penquistas por crear una universidad, que, entre otros objetivos, brindara la oportunidad de realizar estudios superiores a quienes, especialmente las mujeres, les era difícil trasladarse a la capital en busca de una cualificación”.