Toda organización de carácter educativo, con más de 60 años de vida, debería estar en condiciones de formalizar la esencia de su existir y sus prácticas de trabajo, a través de diversos medios y/o mecanismos, que le permitan, en primer lugar, aprender de su historia y de sus experiencias; en segundo lugar, que le permitan ordenar y sistematizar el trabajo actual; y en tercer lugar, proyectar las acciones futuras que le permitan materializar su visión y misión.
Es en este contexto, que la Corporación Educacional Masónica de Concepción durante el año 2013 y 2014 se dio la tarea de plasmar su cultura y sus prácticas pedagógicas, en un Modelo Educativo en el cual se contemplaran altos estándares de calidad, teniendo presente que uno de los objetivos fundamentales de la Institución es proporcionar a las familias una alternativa de educación para sus hijos: laica, de excelente calidad y que se sustente en los principios y postulados propios del Humanismo y del Laicismo.
En efecto, el desarrollo y la elaboración de un documento como éste, se explica por razones como las siguientes: evolución de una sociedad cada día más exigente y competitiva, el crecimiento explosivo que ha tenido la organización en los últimos años, los cambios significativos en el marco legislativo en materia educativa, las modificaciones que ha experimentado el proceso educativo nacional, la evolución en términos de conductas, comportamiento y expectativas de los que aprenden y de los que enseñan, entre otras.
Entre otros elementos relevantes, el Modelo Educativo considera cuestiones como: definiciones estratégicas de la organización contenidas en su misión, en su visión y en los valores universales que en ella se comparten. De la misión se rescata el propósito de contribuir de manera permanente a una formación y educación de excelencia. Respecto de la visión, el modelo se hace cargo de la aspiración de la Corporación de ser reconocida como una organización líder en la formación de personas con visión de futuro. En cuanto a los valores, el modelo se sustenta e inspira en aquellos de carácter universal que comparten los librepensadores, tales como la igualdad, la libertad y la fraternidad.
Por otro parte, y como elemento fundamental de este modelo se puede señalar que se inscribe bajo el Paradigma Holístico, el cual concibe a la educación como un sistema vivo, integrador, en constante aprendizaje y evolución; analiza los sucesos o fenómenos en forma sistémica, tomándolos como un todo desde el punto de vista de las múltiples interacciones que los caracterizan; y reconoce múltiples caminos para acceder y obtener el conocimiento. El éxito de la aplicación de este paradigma implica que tanto el estudiante, como el profesor y su familia, de acuerdo a sus roles y funciones, trabajen en forma conjunta y coordinada para conseguir la formación integral del estudiante.
El estudiante es considerado como un sujeto activo, único e irremplazable, integrante de un proceso evolutivo permanente y responsable de su propio aprendizaje. En tanto, el profesor es un agente inspirador en el proceso formativo y educativo; un guía, mediador y facilitador de los aprendizajes. La familia y su entorno participan de manera relevante en la tarea educativa, específicamente en los ámbitos personal, moral y social.
Por último, podemos destacar que el Modelo considera otras cuestiones relevantes en los procesos formativos y educativos de los estudiantes, tales como: el marco legal vigente, las bases curriculares, el perfil de egreso del estudiante y los perfiles profesionales de los directivos, docentes y administrativos; los elementos relacionados con la acción y la gestión pedagógica y directiva; la convivencia escolar y el liderazgo. Todo regulado por la política general de educación y vinculada con el Mejoramiento Continuo.